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Cómo ayudar y no morir en el intento

Entendiendo el "Burnout" y la Fatiga por Compasión, especialmente en mujeres cuidadoras


Ahora más que nunca, las personas -y especialmente las mujeres- que dedicamos mucho de nuestro tiempo y esfuerzo al cuidado de otras personas, ¿cómo nos cuidamos a nosotras mismas? Como mujeres, hijas, madres, abuelas, hermanas, amigas, esposas, compañeras, sanitarias, educadoras, terapeutas, etc., por tanto “cuidadoras” dentro y fuera de nuestros hogares, debemos aprender el difícil arte de ser responsables, solidarias y comprometidas con los demás sin poner en riesgo nuestra salud física y psíquica.


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El síndrome de Burnout, conocido también como “desgaste o quemado”, se caracteriza por producir en la persona un agotamiento psicológico, físico y emocional, despersonalización (sensaciones de extrañamiento y alienación) y percepción de la disminución de la eficacia personal en el trabajo y otros ámbitos. Los síntomas habituales son: · Físicos: fatiga, problemas del sueño, dolores de cabeza y gastrointestinales. · Emocionales: irritabilidad, ansiedad, depresión, desesperanza, distracción, intolerancia y labilidad emocional. · Conductuales: actitudes agresivas, actitudes defensivas, cinismo y abuso de sustancias tóxicas. · Laborales: absentismo, falta de rendimiento, incremento de conflictos y conductas impulsivas con consultantes y/o compañeros. · Interpersonales: aislamiento, comunicación pobre, falta de interés y sensibilidad por la tarea y las personas, falta de concentración y atención. Hay dos grupos de población especialmente susceptibles de padecer burnout. Se trata de, por una parte, los jóvenes profesionales, por ser probablemente más idealistas o competitivos, por tener poca experiencia y, en algunos casos, vidas sociales menos estables y, por otra, las mujeres, debido al conflicto de roles múltiples que desempeñan. Es frecuente que en las profesiones de cuidado (enfermería, enseñanza, trabajo social...) lo desarrollen mujeres que, en la mayoría de los casos, estarán cuidando/educando en su vida privada, ya sea de su familia directa (marido e hijos) como de padres mayores, familiares enfermos, etc. A esto se une el que las mujeres tenemos de por sí una menor percepción de eficacia en nuestro trabajo, debido a la baja valoración cultural que padecemos por el hecho de serlo, así como una mayor dependencia del reconocimiento externo (refuerzo) y una mayor exposición a la discriminación y los prejuicios en el lugar de trabajo. Ante la aparición de algunos de estos síntomas, que afectan nuestra disponibilidad emocional, mental y física en el trabajo y el hogar, las mujeres reaccionamos no aceptando la situación, exigiéndonos un poco más y sintiéndonos culpables (irracional y automáticamente) por no conseguirlo. Sin embargo, esta “Erosión del Espíritu” nada tiene que ver con la debilidad que nos reprochamos, sino con las excesivas demandas de energía, tiempo y recursos personales a que nos vemos sometidas. Cada vez que un individuo se encuentra en una situación que le exige más energía de la que puede dar y no lo reconoce, se producirán una serie de cambios: bajará su nivel de satisfacción y tendrá una pobre percepción de su control y “poder personal”, que son los primeros pasos que conducen a la aparición del Síndrome de Burnout.

La Fatiga por Compasión La Fatiga por Compasión (o también denominada Desgaste por Empatía) es un cuadro agudo y sorpresivo, definido como un sentimiento de profunda empatía y pena por otro que está sufriendo, acompañado por un fuerte deseo de aliviarle el dolor o resolverle sus problemas. Puede derivar de la exposición a un acontecimiento traumático o una serie de ellos, suele manifestarse súbitamente y se caracteriza por 3 grupos de síntomas iguales a los de Trastorno por Estrés Post Traumático:

1. Re-experimentación: revivir, recordar con una gran carga emocional. 2. Evitación y embotamiento psíquico: actitudes de distanciamiento tanto físico como afectivo de las personas, no sólo consultantes. 3. Hiper-activación: estado de tensión y alerta permanente y reactividad. El Burnout afecta negativamente la resiliencia (capacidad de reponerse y poder recuperarse aún de situaciones altamente adversas) haciéndonos más susceptibles a la Fatiga por Compasión, favoreciendo la “respuesta silenciadora”, que es la incapacidad para atender a las experiencias de los consultantes que resultan abrumadoras. Este nos avisa imperativamente que es necesario realizar cambios importantes.

Áreas a trabajar en la prevención y recuperación del Burnout

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· Responder a las señales de malestar físico y emocional (el dolor) nos permitirá protegernos. Debemos aprender a estar atentas y sensibilizadas a la aparición de síntomas e implementar conductas de cuidado. Si compartimos tareas es muy probable que reconozcamos precozmente éstos en nuestras colegas o ellas reconozcan en nosotras cambios de los que no somos conscientes. · Identificar y desarrollar recursos nutritivos compensadores: autocuidado, descanso reparador, expresión emocional compartida, artes creativas, ejercicio físico, alimentación saludable, naturaleza en vena, sentido del humor, prácticas de meditación y mindfulness, etc. · Revisar las expectativas personales, familiares, profesionales, altruistas y sociales que están en juego en dicha actividad y en la vida. Revisar las altas exigencias, las demandas excesivas y la percepción de eficacia, saber identificar las prioridades, lo que depende de mi y poderlo hacer.

Cuando atravesamos una etapa de crisis social, sanitaria y económica como la actual que nos afecta a todos, incluyendo a nuestras familias y amigos, nuestra capacidad de escucha, cuidado y acompañamiento se agota día a día y se hace imprescindible aplicar mecanismos de contención, programas de trabajo focalizado, con manejo práctico del tiempo, frecuencia pautada y acordada anticipadamente.


Es también muy recomendable desarrollar también un denominado “Botiquín de Emergencia” que permita reconocer las predisposiciones y vulnerabilidades personales, así como los recursos personales, profesionales e institucionales existentes, contribuyendo a la gestión adaptativa de las emociones, estrategias de cuidado y equilibrio en las diferentes áreas de nuestra vida. Adaptación personalizada de la fuente: http://matriz.net/mys17/17_5.htm


Raquel Gutiérrez Noguera

psicóloga COPC 14876


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